Historia de nuestra Cooperativa
A partir de la compra del terreno por parte de FECOVI a la IMM, se llama a interesados para formar una cooperativa en el predio ubicado en la esquina de Piedras y Juncal. Así se formó la Cooperativa 9 Lunas. Ante su disolución se forma la Cooperativa Irupé, que luego se trasladaría a su sitio actual. De esta forma, nuevamente se llama a interesados para formar la tan demorada Cooperativa. Así se juntaron 12 interesados y el 23 de Junio de 2005 firmaron su acta fundacional.
En nuestros primeros pasos, productos de la urgencia de llegar a un número aceptable de miembros, la labor de las Comisiones Directiva y Fomento se dirigió a fomentar el ingreso de nuevos cooperativistas, sin mayores requisitos que la comprobación de los ingresos y una entrevista de conocimiento.
Pero luego, fruto del aprendizaje, de problemas con algunos integrantes, nos fuimos dando cuenta que habíamos ido formando una identidad. Integrantes con una cierta inclinación hacia el trabajo en lo social y la educación, la discusión entendida como intercambio de ideas y la buena onda. Todo aunado por las ganas de que el proyecto saliera adelante. Vimos que esta identidad había que cuidarla, por lo que empezamos a estudiar más si el interesado podía sumarse con naturalidad a nuestra forma de trabajo que a los factores económicos.
Nuestras primeras reuniones fueron entre semana, generalmente los jueves, pero al agrandarse el grupo cada vez fue más complicado el encontrar un día en que todos coincidiésemos. Hasta que con resignación, alguna voz que conviene olvidar, hizo la infame propuesta de reunirnos los domingos de mañana. Lo bueno fue que comenzamos a conocernos un poco más, a saber como son las caras de “la noche estuvo muy brava” y de dame un mate que me caigo dormido. Al principio mantuvimos a FECOVI como nuestro lugar de reunión, pero cada vez era más complicado el conseguir las llaves. Por lo que comenzamos a deambular por varias cooperativas de conocidos, luego tener una cierta estancia en la escuela Haití, para luego asentarnos en la Iglesia de los Vascos.
Nuestro camino ha sido siempre con pasos lentos, pero generalmente fruto no de la inoperancia sino de la inexperiencia y de no querer dar un paso hasta no estar absolutamente seguro de que ese es el correcto – al fin de cuentas, es nuestro futuro hogar lo que está en juego-.